VELOCIDAD DE ESCAPE
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SPRINGSTEEN AND I
Cuando eres más joven, te dices que un día te tomarás un año sabático para irte a vivir a Venezuela. A partir de los treinta, te das cuenta de que eso nunca sucederá. De repente tienes 43 años y no vas a ir a ninguna parte.
Zadie Smith
"Is a dream a lie if it don't come true, or is it something worse?"
The River - Bruce Springsteen
Tras leer esto, me sumerjo en el video "Springsteen & I".
No he podido evitar las lágrimas. Todas y cada una de las experiencias personales que cuentan los protagonistas de la película son mis experiencias. Desconozco el mecanismo por el cual en un estadio abarrotado con miles de personas puedes tener la sensación de que hay alguien subido al escenario que está exclusivamente cantándote a ti. Imagino que tiene algo que ver con la mitomanía, o con cierto gen recesivo adolescente, cualquiera sabe, pero algo me dice que no es así.
En mi fuero interno, bordeando la cuarentena, y sin que haya pasado una sola semana en que no haya escuchado al menos una vez a Bruce Springsteen solamente puedo certificar lo obvio. Sus historias están imbricadas emocionalmente en la mía. En tiempos de la facultad tuve incluso una novia que sentía celos de mi colección de Bootlegs. Ignoro el intrincado mecanismo por el cual una mujer puede tener celotipia de acetatos y cajas de plástico, pero así era.
Nunca fui un fan prototípico, quiero decir, de los fanáticos. No sigo los cotilleos ni estoy al tanto de su vida y obra. Pero 30 años después todavía recuerdo cómo me impactó escuchar por primera vez su piano y su voz. Todavía recuerdo cómo mi cerebro intentaba asimilar esos largos discursos entre canciones, hasta que comprendí que estaba narrando historias. Que las canciones eran realmente historias con música, y que esas historias hablaban de mi. Lo siguiente fué comprar libros con las canciones traducidas y comenzar a comprender que lo grande en Bruce no es su música, que también, sino que realmente lo importante son las letras.
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que lo escuché. Y recuerdo vivamente la última vez que lo vi en directo, llorando junto a mi hermana con las primeras canciones con las que abrió su concierto: Badlands y No Surrender.
Si me encuentro mal, escuchar a Springsteen me anima, o al menos convierte el malestar en una simple melancolía. Si estoy cabreado, escucharle me relaja. Y en los peores momentos de mi anodina vida, su música y su letra han ayudado a sobrellevar la pesada carga de ser una persona normal. Ni muy listo ni muy tonto, ni muy rico ni muy pobre, ni muy feo ni muy guapo; alguien del montón, en suma.
Treinta años después todavía no puedo evitar estremecerme al oír algunas de sus canciones, y sé que esta extraña fijación me acompañará hasta el día que me muera.
Estupidiario y otras cosas | jomaweb | 3 Comentarios | Enlace
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