VELOCIDAD DE ESCAPE
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2010-10-02
Dejando aparte el hecho de que me encanta todo lo que escribe Oliver Sacks, que considero sumamente interesante dada mi formación en psiconeurología, en este libro en concreto el disfrute ha alcanzado cotas sublimes.
Se ha producido una curiosa combinación, dado que me gusta un libro mucho más cuando sus párrafos te llevan a otros libros, o como sucede en Musicofilia, te lleva a otros sonidos. Tener el ipod y el Spotify al lado para escuchar los fragmentos de las obras que menciona es un buenísimo complemento al libro. Soy melómano impenitente, y mi gusto musical abarca todos los géneros, desde la Clásica, pasando por el Folk de muy diversas latitudes y geografías, música popular tanto contemporánea como antigua (Rock, Pop…) y experimentaciones y combinaciones varias; con lo cual disfruto doblemente cuando un libro me remite a músicas que no conozco e incluso a las que conozco pero me obliga a escuchar bajo un nuevo prisma.
De hecho el siguiente en The-Pila es “El Ruido Eterno” (horrible traducción de “And The Ress is Noise”) de Ross, una exquisita historia del siglo XX europeo vista a través de la música.
Con este libro de Sacks he disfrutado como un enano leyendo sobre las diferentes vinculaciones entre el cerebro y la música: amusias, epilepsias musicógenas, gusanos musicales, alucinaciones musicales, tono absoluto, savants musicales, discinesia, salmodia, terapia musical, distonía del músico profesional, síndrome de Williams, etcétera. Y tengo ahora mismo una lista de fragmentos clásicos, principalmente pianísticos (Sacks es un pianista bastante aceptable, según dicen) preparada para escuchar en cuanto tenga un momento para ponerme con los cinco sentidos a ello.
Como efecto colateral, he vuelto a sentir la antigua pulsión por el piano. Me encanta la sonoridad del piano y siempre he querido aprender a tocarlo, pero me pasa un poco como al del chiste:
-doctor, ¿después de mi operación podré tocar el piano?
- Sin lugar a dudas, si lo desea.
- No sabe usted la alegría que me da porque es la ilusión de toda mi vida, oiga.
Vamos, que por falta de tiempo (y espacio, que un piano no es un objeto que se pueda guardar detrás de la puerta, salvo si detrás de la puerta tienes un palacete veneciano) no me he puesto a ello, pero con la lectura de este libro he vuelto a sentir esa llamada. Me encantan los libros que te impulsan a hacer algo, que te motivan, y esta ha sido otra de las sorpresas del libro de Sacks: que me motiva y me hace desear tocar el piano.
Ya veremos en qué queda.
MUSICOFILIA, de Oliver Sacks
Dejando aparte el hecho de que me encanta todo lo que escribe Oliver Sacks, que considero sumamente interesante dada mi formación en psiconeurología, en este libro en concreto el disfrute ha alcanzado cotas sublimes.
Se ha producido una curiosa combinación, dado que me gusta un libro mucho más cuando sus párrafos te llevan a otros libros, o como sucede en Musicofilia, te lleva a otros sonidos. Tener el ipod y el Spotify al lado para escuchar los fragmentos de las obras que menciona es un buenísimo complemento al libro. Soy melómano impenitente, y mi gusto musical abarca todos los géneros, desde la Clásica, pasando por el Folk de muy diversas latitudes y geografías, música popular tanto contemporánea como antigua (Rock, Pop…) y experimentaciones y combinaciones varias; con lo cual disfruto doblemente cuando un libro me remite a músicas que no conozco e incluso a las que conozco pero me obliga a escuchar bajo un nuevo prisma.
De hecho el siguiente en The-Pila es “El Ruido Eterno” (horrible traducción de “And The Ress is Noise”) de Ross, una exquisita historia del siglo XX europeo vista a través de la música.
Con este libro de Sacks he disfrutado como un enano leyendo sobre las diferentes vinculaciones entre el cerebro y la música: amusias, epilepsias musicógenas, gusanos musicales, alucinaciones musicales, tono absoluto, savants musicales, discinesia, salmodia, terapia musical, distonía del músico profesional, síndrome de Williams, etcétera. Y tengo ahora mismo una lista de fragmentos clásicos, principalmente pianísticos (Sacks es un pianista bastante aceptable, según dicen) preparada para escuchar en cuanto tenga un momento para ponerme con los cinco sentidos a ello.
Como efecto colateral, he vuelto a sentir la antigua pulsión por el piano. Me encanta la sonoridad del piano y siempre he querido aprender a tocarlo, pero me pasa un poco como al del chiste:
-doctor, ¿después de mi operación podré tocar el piano?
- Sin lugar a dudas, si lo desea.
- No sabe usted la alegría que me da porque es la ilusión de toda mi vida, oiga.
Vamos, que por falta de tiempo (y espacio, que un piano no es un objeto que se pueda guardar detrás de la puerta, salvo si detrás de la puerta tienes un palacete veneciano) no me he puesto a ello, pero con la lectura de este libro he vuelto a sentir esa llamada. Me encantan los libros que te impulsan a hacer algo, que te motivan, y esta ha sido otra de las sorpresas del libro de Sacks: que me motiva y me hace desear tocar el piano.
Ya veremos en qué queda.
Estupidiario y otras cosas | jomaweb | 1 Comentarios | Enlace
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