VELOCIDAD DE ESCAPE

2007-02-02

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REVISTA HÉLICE

Fenecida ya (o en hibernación, que tanto da) la revista Gigamesh, que atesoro desde el número uno, pero que con lo desastre que soy y su mítica irregularidad, me quedé sin el último, pocas cosas quedan para echarse a la boca en lo que a crítica seria, literaria, de la Ciencia Ficción que se publica en España se refiere.

La revista BEM pasó a mejor vida hace tiempo, aunque no fue nunca santo de mi devoción. Durante algún tiempo compré la Isaac Asimov, que tenia una calidad harto desigual y se dedicaba más que nada a la publicación de relatos. Recuerdo con cariño y atesoro aquella CyberFantasy desde el número uno también, aunque era más un Fanzine que otra cosa. Y poseo algunos números de la revista de culto de los años 70, Nueva Dimensión, de los cuales tengo un aprecio especial al número dedicado a Harlan Ellison. Un autor al que tengo querencia pese a que por razones que desconozco despareció para la producción literaria muy a mi pesar.

Recuerdo también algunas más recientes como Solaris, que pese a inclinar casi siempre la balanza del lado positivo cuando trataba los libros editados por La Factoría en sus criticas, era un buen referente para estar al día de lo que se publicaba, no solo en CF, sino también en Comic.
Y hay alguna más que compré esporádicamente como Galaxia y 2001.

Paradójicamente, la red está cuajada de revistas en formato electrónico sobre el género que parecen diseñadas por un ente anti-tecnológico. Herramientas y formatos de cuando la informática estaba en pañales (sigue en pañales pero tamaño maxi). Y eso sin meternos con el diseño, que en algunos casos parece intencionadamente tan horrible como para provocar el mismo efecto que provoca la lectura del Necronomicon, el libro que vuelve loco al que lo lee.

Creo que en algún sitio guardo números de la revista Ad Astra, una de las primeras en utilizar el soporte digital para transmitirse, aunque llegara a casa en un disquette dentro de un sobre. Bizarra mezcla de lo más nuevo y lo más viejo.

En los tiempos en los que era un adolescente cuajado de granos (sigo siendo adolescente pero los granos, y con ellos el pelo, desaparecieron) suspiraba por aquellas redes mundiales de datos que leía en algunas de las novelas, y pensaba que si algo semejante existiera la principal beneficiada sería la CF.

No fué así. Por muy diversas razones entre las que destaco el declive del género y la madurez forzada por la biología de los miembros del Fandom, que fueron poco a poco abandonando por otros menesteres no menos importantes como la crianza de los hijos o el pago de la pensión a su Ex.

No duele demasiado la desaparición de este tipo de revistas porque la mayoría eran, reconozcámoslo, rematadamente malas. Tenían ilusión y amor por el género a raudales, eso sí. Tampoco duele demasiado debido a que probablemente su desaparición corre paralela a la desaparición de la Ciencia Ficción como tal, de la que estamos viviendo los últimos estertores.
No hay recambio generacional, los grandes maestros van muriendo, y no podemos hacer otra cosa que vomitar cuando entregan el premio Hugo a un libro de la saga de Harry Potter.

Por tanto, hay que saludar a los valientes que en estos tiempos difíciles se atreven y editan una revista de calidad, tanto en formato como en contenido, denominada HÉLICE.

No la dejen pasar. No dejen que su eco se pierda sin resonar en la eternidad.



Gracias Cristina por pasarme el chivatazo.

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