VELOCIDAD DE ESCAPE
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CARTA DESESPERADA (relato)
Como siempre., son las palabras no dichas y los silencios los que más daño hacen. Y también son estas palabras y silencios los que llevan a confusiones; las cuales otra vez provocan daño.
Ya lo dice el adagio: Soy dueño de mis silencios y esclavo de mis palabras.
Solo voy a puntualizar un par de cosas que a mi juicio no han quedado claras. No me voy a justificar ni voy a pretender estar en lo cierto. Sirvan tan solo como reflexión propia sobre lo ocurrido estas palabras.
Evidentemente es peor cuando no tengo la cabeza ocupada en otras cosas. En esos momentos mi alma vuela y se comporta como el águila de la sabiduría india: que no hay que dejarla subir muy alto no sea que luego tenga que arrastrarse como un gusano.
No te recrimino nada. No te acuso de nada. No tengas la impresión de que últimamente te echo la culpa de algo y que me cuesta perdonarte. No hay nada que perdonar.
Lo que si es cierto, y con toda sinceridad te lo digo, es que no estoy pasando un mal momento. Y en contra de lo que tú crees, se me pasará. Siempre se me pasa. Ese es uno de mis grandes defectos (y una de mis mejores virtudes), que como las dos caras de una misma moneda, muestra de vez en cuando la faz opuesta siendo sin embargo de la misma pieza.
Es peor los fines de semana, cuando los agobios del trabajo desaparecen y me encuentro solo en casa.
Pero no te equivoques. Si alguna recriminación tengo; si algún resquemor tengo; no es contra tí. Es contra mí mismo por mi ceguera.
Por no haber querido ver lo que es evidente. Por haberme engañado a mí mismo diciendo que en algún momento cambiarías.
Querida, no estoy molesto porque no vengas a mi. Eso es tan inevitable como que nunca hubo un verano al que no le preceda la primavera. Que tú y yo estemos juntos está escrito a fuego en el destino. Más pronto o más tarde. Este año, o el que viene. Dentro de dos años, o de cinco. Da igual. Tengo paciencia. Mucha. Para exportar.
Eso no me duele. Por lo menos no más de lo estrictamente necesario. Lo que realmente me ha hundido es....no sé como explicarlo. Nunca lo había sentido antes. Siempre pensé que había cosas en una relación que estaban más allá de las circunstancias. Siempre creí (y aún lo creo), que hay cosas entre dos personas que se aman que son....¿cómo decirlo?...verdades fundamentales e inmutables.
Entre ellas está la confianza, el respeto, la ternura, el deseo, la lealtad... y algunas más, pocas, que no por corto el número es menos importante los conceptos que guardan.
Dentro de todas ellas y quizás como una especie de unión o resumen de todas está algo que mal llamamos amor. Digo mal llamamos porque realmente no creo que exista sino como la formulación arquetípica de un cúmulo de sensaciones, anhelos y deseos que se cumplen en mayor o menor medida con la presencia de la persona objeto de ese amor. En este caso tú. (O yo para tí).
Y es por eso que darme cuenta de que había algo superior a eso me dolió.
No porque esté mal que lo haya. Sino porque me engañé a mí mismo creyendo que era igual en tu caso que en el mío. Que en la misma medida dabas tú por mí lo que yo daba por ti. Que de alguna manera había reciprocidad y no era todo una impostura.
Te lo repito una vez más por si no quedó claro: no me duele que no estés conmigo, sino que me mintieras cuando dijiste que lo deseabas tanto como yo, y a una palabra de …no me importa quién, replegaste velas, agachaste orejas, dijiste amén y llamaste para decir que no venías. Que había "ciertos problemas insalvables" cuando antes dijiste que no había de qué preocuparse.
No se trata de estar de parte de nadie. Se trata de tomar las riendas de la propia vida.
Como ya te he dicho alguna vez: madurez no es tener el frigorífico lleno.
Alguna vez te he dicho que daría mi vida por tí (creo recordar que no muy a menudo, pues tampoco soy un suicida en potencia). Y mi problema es pensar que otros deben de satisfacer también por mí ese anhelo.
Me pasa con todo el mundo. Mis amigos han sido costosas inversiones de tiempo y esfuerzo. Estuve siempre disponible en momentos buenos y malos sin criticar o censurar nunca. Y cuando exijo lo mío. Cuando exijo mi reciprocidad.... no hay nada. Hay un vacío.
Ya ves que no es solo contigo. Me pasa con mucha gente. Quizás es que confío demasiado en que todo el mismo tiene los mismos valores que yo y eso ya sabemos que no es así. Sea como fuere es doloroso descubrirlo en propia carne.
Eso es lo que me tiene envenenado estos días.. Saber que yo no soy para ti lo que tú eres para mí. Pero no te preocupes. Como Nietzsche escribió: lo que no me mata me hace más fuerte.
Y ya sabes. Tengo paciencia. Mucha. Para exportar.
De este modo te digo: adelante. Cumple tus deseos. Yo nunca seré un obstáculo para tí en ningún caso. Si en algún momento tuviera la más mínima sospecha de que soy una barrera para ti, yo automáticamente me apartaré. El amor es ayudar a cumplir en el otro el potencial de lo que cada uno realmente es. Siempre me gustó esa definición.
Nunca me podrás reprochar que te obligara o te forcé a hacer algo que no deseabas. De eso puedo estar bien orgulloso. Creo que de poco más.
No estaría de más que me contestaras. Llevo ya unas cuantas cartas y tu no me respondes nunca.
Te quiere.
J.
Estupidiario y otras cosas | jomaweb | 3 Comentarios | Enlace
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Comentarios
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Cómo que relato? Esto atufa a autobiagráfico y es tan patético que lo podría haber escrito yo.
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creo que esta exelente, no esta de mas sincerarse y mas aun cuando duele en realidad me gusto. felicitaciones |