VELOCIDAD DE ESCAPE
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FERIA DEL LIBRO Y LIBRERÍAS
Desde hace tiempo, como si lentamente una larga enfermedad les hubiera cogido a todas por sorpresa, las librerías de mi barrio fueron cerrando una tras otra.Los lugares a los que iba en peregrinación casi religiosa, que consideraba reductos (languidecientes) del saber, fueron transformándose en simples papelerías que por biblioteca conservaban solamente los libros que a los niños nos encargaban como lectura obligatoria en la escuela.
Eso no las salvó. Una tras otra fueron desapareciendo. Ahora hay una sucursal del banco popular, un todo a cien y un restaurante chino.
Y hoy, hablo con la dueña de la única librería que aún resiste. Ha tenido que convertirse en una librera camaleónica que al lado del estiércol tiene el oro, al lado las libretas de Ágata Ruiz de la Prada, mochilas de las Supernenas y la biografía de Aznar, tiene libros que no encontrarás en ninguna libreria del barrio ni de barrios circundantes. Largo tiempo vengo siendo cliente habitual de su pequeña librería, y al principio era conocido por "el chico de los libros raros" porque siempre preferí encargárselos a ella que ir hacie las grandes librerías del centro de la ciudad. Luego, ya cuando entablamos conversación más larga empezó a conocerme por mi nombre y yo a ella por el suyo. Se ha entablado una complicidad entre dos personas que aman la lectura que hace que cada vez que asomo por allí pase largo rato charlando sobre las últimas novedades del mercado editorial y sobre cómo está cambiando el negocio de los libreros, acosados por las grandes superficies y los mayoristas que estrangulan al pequeño comercio con plazos de entrega alargados al infinito.
Y hoy, me deja con un amargo sabor de boca al relatarme un par de ejemplos de lo que le pasa con algunos padres que entran con sus vástagos a la tienda. La conversación es como sigue:
-¿qué quieres?, le pregunta la madre al niño
-Un libro, mamá.
-No te compro esa mierda que luego no hace más que criar polvo. ¿para qué demonios sirve un libro? ¿no prefieres que te compre un bollo y un helado?
Me asegura ella, me jura ante mi cara de estupefacción que esa conversación es tan habitual que ya ha optado por no discutir. Que al principio le llevaban los demonios y montaba un panegírico al estólido progenitor aún a sabiendas de que probablemente estaba perdiendo un cliente. Ahora, tras años de llevar la tienda confiesa que no pierde las energías discutiendo acerca de las bondades de la lectura y se dedica a fomentar el amor a los libros en sus sobrinos y sobrinas.
Creo que ese es el mejor regalo que nunca recibirán de nadie. Tienen suerte de tener una tía así como yo tuve suerte de tener unos padres que comprendieron que lo único que me iba a salvar de una vida anodina sería el amor a la lectura.
Estupidiario y otras cosas | jomaweb | 4 Comentarios | Enlace
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Comentarios
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Cuanta razón.
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Muy acertado, MeZKaL |
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Y te quejas. Yo vivo en un pueblo en el que hay, atención, cero librerías. Pero me consuelo pensando que tenemos una fantástica biblioteca en la cual El Arbol de la Ciencia está en la sección medicina. |