VELOCIDAD DE ESCAPE
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2 DE MAYO (relato)
Camino y como si se hubieran puesto de acuerdo, todos los semáforos que cruzo están parpadeando. Parece que intentan decirme algo y su unica manera es haciéndo que el signo aparezca y desaparezca a intervalos dictados por un desconocido ente electrónico. Parece como si me urgieran a tomar una decisión definitiva. Cruza o espera, pero si cruzas hazlo rápido, y si esperas perderás la oportunidad. Paréceme que están diciendo en su peculiar lenguaje, con sus parpadeos sucesivos, click, clack, click, clack, o cruzas ahora o te olvidas, llegaste tarde, ya no hay via libre.
Los locales están vacíos. En el último, cuando entro el camarero me mira con ojos cansados y ni siquiera se molesta en acercarse a mí para preguntar qué deseo tomar. Tras un par de cigarrillos decido irme. Hoy parece que habito una ciudad fantasma tan vacía como mi interior y no hay sitio donde uno pueda estar rodeado de gente. En el único local en el que encuentro algo de tumulto leo el periódico, me fumo unos cuantos cigarrillos y tras tomar un par de Tanquerays decido irme. No estoy más tranquilo, que es lo que me impulsó a salir, pero tampoco estoy peor. Y sabiendo como sé que todo es susceptible de empeorar, ese solo pensamiento me calma.
Esta vez todos los semáforos están en verde. Parecen decirme: tomaste una buena decisión chaval, adelante, adelante, vuelve a tu refugio, duerme, olvida, deja que el tiempo pase como siempre, como un bálsamo sobre las heridas.
Llego a casa y sobre el sillón está todavía la chaqueta que ayer cogí para salir con ella. Me acerco y me doy cuenta con desazón que todavía guarda su perfume. Un tenue e indefinible perfume que no responde a producto alguno sino que identifico a duras penas como el olor de su ropa limpia y el aroma suave de su propia piel. Anoche, ya de madrugada, mientras dábamos un paseo que deseé que fuera eterno, ella sintió un escalofrío y yo le puse mi chaqueta sobre los hombros. No se la quitó ya.
Y hoy al cogerla sigue teniendo su perfume. Inspiro profundamente y me vienen a la cabeza recuerdos de nuestra conversación, de su atractivo, de cómo los demás la miraban cuando nos veían pasar. De lo orgulloso que me sentía al ver que los demás se fijaban en ella, y que a fin de cuentas, ella iba conmigo.
Y no sé porqué, inopinadamente, oliendo ansiosamente el perfume que lentamente va desapareciendo de mi chaqueta, de esa chaqueta que llevó puesta toda la noche igual que le gusta quitarme el reloj y ponerselo en la muñeca para devolvérmelo cuando nos despedimos, oliendo el aroma de su piel que ha impregnado la prenda, me echo a llorar.
Estupidiario y otras cosas | jomaweb | 3 Comentarios | Enlace
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Comentarios
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plas, plas, plas...
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Gracias! |